EL MURAL DE LOS RECUERDOS VIVIDOS.

 

"¡Qué pequeñas son mis manos en relación con todo lo que la vida ha querido darme!"

Ramón J. Sénder.

Fue allá por agosto del 2021 que Julián "torneó" una feliz idea: Pintar un mural en su pueblo.

En cierta manera lo hizo porque una serie de recuerdos fluyeron en su cabeza, algo que es habitual en él. Como si tuviera una "marmita mágica" va extrayendo de ella lo más valioso que tenemos, lo que nos enhebra a nuestro pasado, el guardar en la memoria los recuerdos.

Así quiso plasmar el lavadero que, a las afueras del pueblo, fue bullicio de ropa y risas, de esfuerzos y pesares, pero por encima de todo, de compañía y solidaridad.

Un tanto podría decir de la fábrica que se fundó para procesar el trigo recogido y abastecer de pan a la población, aunque ya funcionaban las panaderías. La gente recogía el trigo y lo llevaba a la fabrica, si, por ejemplo, entregaban mil kilos, le daban vales por 900 kg de pan, es decir, una parte era para los propietarios. El hermano Tomás era el encargado de darle forma al pan.

Y le pregunté el porqué pintó, fue lo primero que hizo, un ojo donde se refleja el torreón y me contestó que los recuerdos afloran del interior. Me lo imagino con su padre en el huerto, frente al castillo, lo que veía al cerrar la puerta y las piedras que en cierta manera fueron perfiladas por el pincel del que con maestría, desde pequeño, quiso ser pintor.

¿Y la niña? Para invocar a la lluvia que no se dejaba ver por estos pagos. Como ahora.

Y me contó que los gatos son centinelas de la memoria pero también sé que estos animales han ido con él siempre, en casa, en tantos hogares donde aún se les ve arrancar las risas de los pequeños.

Y me pregunto si el periódico rasgado vendrá en señal de dolor por el poco aprecio que hacemos a la lectura. Aunque ustedes me podrán decir que ahora mismo están leyendo.

Julián ha ido formando a un buen aprendiz, a un niño de tan solo diez años, Juan José Huéscar Ballesteros, que aúna en su pequeña figura todo lo mejor que quisimos ser. Promete en muchos sentidos. Para este punto y aparte que representa este mural no ha podido faltar y ha acudido a echar una mano, para mí y para muchos es ya una mano maestra.

Y ahora les dejo con las imágenes que muestran el proceso de acabar un mural que comenzó allá por agosto del 2021, que tampoco llovía, en el que se aunaron los recuerdos para dejar constancia que el arte es sencillamente plasmar lo que nuestro interior quiere expresar.

A media mañana acudió Juan José, que ya ha ascendido de categoría de aprendiz, porque toma decisiones, elabora colores en su paleta y tiene una enorme sensibilidad y valentía.

"Así era la calle de La Bolea en los años 70, podemos ver a la derecha la casa de teléfonos. Aquí se jugaba a la bolea"

Retocando el rostro de una lavandera.

Su admirable imaginación le hace ver un ratón en un agujero y así lo plasma.

Un mural que tras casi dos años pedía ser acabado.

La razón por la que ha sido pintado.

El pequeño autor y su firma.

Las futuras generaciones, el relevo, en un abrazo.

27 de agosto 2023.