domingo, 23 de abril de 2017




Siempre llenaba su jarrillo de lata en el cántaro del centro . Seguidamente con paso lento se acercaba a la chimenea, se recostaba en el poyete de la izquierda justo debajo de las velas. 
Entornaba los ojos, parecía que estaba dormido. De inmediato el gato gris se posaba junto a él. Era la primera llamada de atención para que los demás nos fuésemos acomodándonos junto a la hoguera.
Abría los ojos, comenzaba a acariciar al gato y tomaba la palabra mientras los demás permanecíamos en silencio. 
"Bueno ya estamos aquí otra noche más, supongo, que como siempre me toca amenizar la velada".
Tomaba un sorbo de agua, seguidamente humedecía los labios con la lengua, se quitaba la boina y la dejaba sobre la rodilla. Comenzaba sus relatos con la misma frase: "Por lo que dicen..."
No sabía leer ni escribir. Era el mejor orador que mis oídos han escuchado jamás. Un erudito de la palabra y una forma de expresarse, que hacía de cada noche una clase magistral, donde resultaba imposibe dejar de prestar atención a sus palabras.
Mientras abría sus ojos, se iluminaba dándonos luz a los oyentes.
Capaz de iniciar su oratoria, con las cosas más inverosímiles. Su relato iba cogiéndo cuerpo, hasta llegar a conclusiones irrebatibles. Haciéndonos comprender cada noche, que el secreto de la vida se encuentra en las cosas simples y sencillas que los demás vemos elementales, pero siempre tienen un origen y son las que hacen que la vida merezca la pena ser vivida.
"Por lo que dicen..." 



Tabla 70x22cm. Óleo.


2 comentarios:

  1. Bonito texto y bonito cuadro. Me encanta su realismo, parece que podamos tocar la madera. Me sugiere el paso inexorable del tiempo, con las cuartillas que escribimos durante nuestra vida, en la que, se apagan y se encienden velas. En este caso, una vela pervive, quizá la de la esperanza de que siempre hay algo de nuestras vidas que no perece, que se queda en el tiempo y en la memoria. Enhorabuena por tu cuadro, Julián.

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  2. En nuestro interior siempre hay una pequeña luz, unas veces somos conscientes de ello y otras no tanto. Pero sabemos que está ahí.
    La esperanza, es el antídoto contra el olvido. Es la memoria la que nos devuelve imagenes al presente, haciendo que la vida sea mas agradable y caminemos con la esperanza de que nuestros pasos nos guien a las estancias del sosiego.

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